La educación que recibimos tiene mucho que ver con estos términos. Debemos
reconocer que tanto la socialización como el adoctrinamiento y el lavado de
cerebro son procesos que intervienen en el desarrollo del ser humano para su
futura inserción en la sociedad. Pero en mayor o menor grado, y teniendo en
cuenta la intervención y participación activa o pasiva, del sujeto objeto de
estudio.
En el proceso de socialización el individuo participa de manera activa, y se
promueven las condiciones sociales que favorecen el desarrollo integral del
mismo, para su inclusión en el mundo
que le rodea.
Mientras que en el adoctrinamiento el individuo pasa a
ocupar un lugar secundario y se intenta educar al sujeto en un ámbito concreto
y determinado en el que debe relacionarse, sin tener en cuenta su inserción en
la sociedad.
El lavado de cerebro no tiene en cuenta al sujeto, simplemente los
intereses de quien ejerce la persuasión o la instrucción, no se piensa en el
desarrollo individual del sujeto, sino que se aplican técnicas de carácter
coercitivo o no, de tal modo que cambien o modifiquen la conducta del individuo
con el propósito de mejorar la sumisión del mismo, al fin previsto
inicialmente.
Hoy en día, educar es socializar, preparar al individuo para vivir en sociedad,
estimulándole para que observe, analice,
opine, formule hipótesis, busque soluciones y descubra el conocimiento por sí
mismo.
“La educación de las masas se hace algo absolutamente fundamental entre
nosotros. Educación que, libre de alienación, sea una fuerza para el cambio y
para la libertad. La opción, por lo tanto, está entre una "educación"
para la "domesticación" alienada y una educación para la libertad.
"Educación" para el hombre-objeto o educación para el hombre-sujeto”. Paulo Freire
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